martes, 28 de agosto de 2007

La vida en el 2070...

Muchas veces me he preguntado, cómo me veré en el futuro. ¿Cuál será mi apariencia? ¿Tendré una que otra arriguita? Pero el futuro es incierto. Sólo Dios sabe que será de nosotros en los próximos años.

Sin embargo, hay algo que sí podemos predecir. La vida en nuestro planeta. se muere día a día y el ser humano es la causa de su muerte. Ella nos regala lo mejor de si y nosotros le pagamos con destrucción. Hoy llegó a mi este presentación que a continuación verán. El sabor amargo que me dejó es indescriptible.

¿Qué cómo será la vida futura? Esta presentación te dará una idea. Te invito a que reflexiones...

lunes, 20 de agosto de 2007

¿En verdad somos un pueblo bendecido?


Tan reciente como el domingo en la mañana volví a escuchar una vez más, esta vez de boca de mi tía, la tan trillada expresión: "Es que somos un pueblo bendecido..." Resulta que bajé a tomar el acostumbrado café de los domingos a casa de mis padres y pregunté por la situación de huracán "Dean". De inmediato me informaron que ya estábamos fuera de peligro. Fue ahí que mi tía proclamó con vehemencia:"Es que somos un pueblo bendecido por Dios".

En ese momento no comenté nada. Me puse a hojear el periódico y recordé la noticia del policía que acribilló a balazos a un civil luego de esposarlo y someterlo a la obediencia. Y me pregunté: ¿En verdad somos un pueblo bendecido? ¿Cómo es posible que nos consideremos un pueblo bendecido, si día a día los periódicos muestran violencia, engaño, deshonestidad y muchas otras desvirtudes del ser humano, que faltaría espacio para nombrarlas.
Es posible que un fenómeno climatológico como un huracán no nos asote y nos pase por el lado dejando a su paso un poco de lluvia y una que otra rama de árbol caída. De estos daños se puede recuperar el pueblo. Tarde o temprano, la ayuda llegaría proveniente de alguna parte del mundo o de los fondos de FEMA. Puerto Rico se levantaría y poco a poco retornaríamos a la normalidad.
Ahora bien, los vientos cesan y la lluvia se detiene. Pero, ¿qué estamos haciendo por detener los huracanes de nuestro diario vivir? ¿Quién va a detener el huracán de la indiferencia, de la corrupción, de la intolerancia? ¿Quién detendrá el ciclón de la violencia, cuyos vientos arrazan con nuestra salud emocional?
Es tiempo ya de reaccionar, de entender que si nosotros no hacemos nada por remadiar la situación, nadie lo hará por nosotros. Como bien dice mi amiga Dianna, prefiero pedir misericordia a pedir justicia. Prefiero un huracán de lluvias y vientos, a un ciclón que arrase con la dignidad de todo un pueblo.
Es tiempo de levantarnos y trabajar para hecer un mundo diferente y no un mundo indiferente.
Hasta pronto.