Ciertamente, esta ceremonia inaugural de París 2024, no fue como las que hemos estado acostumbrados a ver. Muchas diferencias podemos destacar. Por ejemplo, que no se llevó a cabo dentro de un estadio atiborrado de gente, sino en diferentes partes de la ciudad, incluyendo el Sena.
Ahora bien, al ver este tipo de espectáculo que se une al espíritu deportivo tenemos que ser un tanto indulgentes y flexibles, y abrir nuestras mentes echando al lado nuestra visión de lo que es una presentación tradicional de este tipo e incluso, echando al lado nuestros prejuicios.
Con esto no estoy diciendo que la ceremonia fue de mi total agrado. No. Pero de eso no se trata lo que escribo.
Se trata de darnos cuenta de lo mucho que nos falta por aprender de otras culturas. Se trata de ser tolerantes ante una manifestación cultural. Así como lo hemos sido al ver las ceremonias inaugurales anteriores a esta del viernes pasado.
Mire, si usted no lee, si usted no recuerda sus clases de historia o se fue "a comer jobos o cortó clases" si usted, al menos, no ha visto algún documental histórico sobre cualquier país. Jamás podrá identificar la parodia de una mujer decapitada con su cabeza en mano. Solo por poner otro ejemplo. Si usted no asistió a la clase de historia del mundo el día que hablaron de la Revolución francesa, no podrá identificar que esa mujer fue María Antonieta, reina de Francia durante los últimos años del Antiguo Régimen y la posterior Revolución francesa, en el siglo XVIII. Esto es sólo un ejemplo.
Y así, ante el ojo crítico e inquisidor de los televidentes, pasaron muchas otros referentes de la cultura francesa.
¿Qué aprendimos de este espectáculo?
- Que no leemos o al menos no vemos documentales históricos. En su lugar, preferimos las series de Hulu, Netflix, Disney, etc. o estar horas y horas "scroleando" las redes sociales.
- Que todavía tenemos que aprender a ser tolerantes con las demás culturas con las que convivimos en la Tierra, y abrir un poco nuestras mentes...
En fin, aprendimos que, todavía adoptamos el papel de inquisidores y señalamos la herejía, sin tener el conocimiento previo o con la cabeza fría, como dicen, por ahí.
Como le comentaba a mi hermana Dyanna Olivia Valle , la cultura francesa es así. Grotesca y burlona y hasta sin pudor, en ciertos aspectos. Y esto lo celebran con vino, y bailando can can en el Molin Rouge, punto. Su historia ha sido violenta a más no poder. Ellos sienten orgullo por su historia y eso había que demostrarlo, aunque a muchos no nos llamó la atención de la forma que lo hicieron.
Siempre recuerdo las palabras de Dyanna y de Ana Domenech , mis compañeras maestras de teatro respecto a un espectáculo: "la gente siempre va a recordar el principio y el final de un acto." Por lo tanto, tomando esta recomendación en cuenta, yo recordaré: el inicio del recorrido de la Antorcha Olímpica desde que salió de Grecia que fue uno emotivo, elegante, solemne; recordaré al tenista paraplégico que pudo hacer el recorrido de la antorcha gracias a un exoesqueleto que le permitió caminar, y por su puesto, recordaré a la grandiosa Celine Dion regresando al escenario cantando en la Torres Eifel, luego de que en 2019 tuviera que hacer una pausa por su enfermedad. Recordaré por su puesto, a mi delegación boricua representando a mi Isla con orgullo.
Eso, para mí, borró todo lo grotesco y de mal gusto que vi en la ceremonia inaugural.
Recomendación: Antes de criticar una cultura, repasemos la nuestra que, aunque gloriosa también, ha tenido deslices como el reguetón y el trap que promueven la violencia y llenan estadios al mismo tiempo.
Cada país presenta al mundo sus raíces, su historia, sus hazañas, su música, sus bailes. Y lo hace desde la perspectiva de directores, artistas y productores.
¡Lindo domingo a todos!