Hay que ver cómo pasan los años. Parece que fue ayer, como dice la canción, que llegué al Colegio San Antonio de mi querida Isabela. Más sin embargo, han pasado casi once años. Diez años y medio para ser exacta. La misma cantidad de tiempo que ha transcurrido desde que llegué a mi segundo hogar y en él descubrí mi vocación para el magisterio. ¿Quién lo iba a decir? ¡Yo, maestra! Pues sí, maestra.
Durante esos diez años han pasado por mis manos tantos estudiantes que ya perdí la cuenta. Chicos y chicas que han dejado sus huellas y recuerdos en mi memoria y que jamás olvidadaré. Chicos y chicas ocurrentes y traviesos que con el paso del tiempo no sólo han puesto el nombre del Colegio en alto, sino que han demostrado que todo ser humano bien puede destacarse en cualquier rama, campo o disciplina siempre y cuando conserve sus valores y tenga deseo de superarse. ¡Que orgullosa me siento de todos ellos...!
Como todos lo años, a finales de primer semestre, celebramos con los más grandes, los seniors, la ceremonia de entrega de sortija de graduación. Es este el primer paso que los conducirá a la culminación de una jornada de 13 largos años juntos y recibiendo con brazos extendidos a los que se les unen en el camino. Estos chicos que en la noche de ayer recibieron su sortija, fueron mis estudiantes desde tercer grado. ¿Que si ha pasado el tiempo? A ellos les he visto crecer, cambiar, madurar -aunque a veces no lo crea-, enamorarse, triunfar y hasta llorar abrazados unos a otros en tiempos difíciles... Solidarios, medios alocados y con una personalidad colectiva que los ha destacado siempre. Anoche tuve el honor de compartir con ellos esa gran celebración. Me sentí tan contenta y emocionada como cualquiera de sus padres o madres. Fue una noche muy particular, recibieron no una sortija más, sino un símbolo de su eterna unión con el lugar que les ayudó y vio crecer.
Durante esos diez años han pasado por mis manos tantos estudiantes que ya perdí la cuenta. Chicos y chicas que han dejado sus huellas y recuerdos en mi memoria y que jamás olvidadaré. Chicos y chicas ocurrentes y traviesos que con el paso del tiempo no sólo han puesto el nombre del Colegio en alto, sino que han demostrado que todo ser humano bien puede destacarse en cualquier rama, campo o disciplina siempre y cuando conserve sus valores y tenga deseo de superarse. ¡Que orgullosa me siento de todos ellos...!
Como todos lo años, a finales de primer semestre, celebramos con los más grandes, los seniors, la ceremonia de entrega de sortija de graduación. Es este el primer paso que los conducirá a la culminación de una jornada de 13 largos años juntos y recibiendo con brazos extendidos a los que se les unen en el camino. Estos chicos que en la noche de ayer recibieron su sortija, fueron mis estudiantes desde tercer grado. ¿Que si ha pasado el tiempo? A ellos les he visto crecer, cambiar, madurar -aunque a veces no lo crea-, enamorarse, triunfar y hasta llorar abrazados unos a otros en tiempos difíciles... Solidarios, medios alocados y con una personalidad colectiva que los ha destacado siempre. Anoche tuve el honor de compartir con ellos esa gran celebración. Me sentí tan contenta y emocionada como cualquiera de sus padres o madres. Fue una noche muy particular, recibieron no una sortija más, sino un símbolo de su eterna unión con el lugar que les ayudó y vio crecer.
Como siempre, las fotos hablan por sí solas. No pude colocarlos a todos, pero quiero que sepan que nunca les olvidaré. Siempre habrá un pedazo de mi corazón especialmente reservado para ustedes. Vaya un abrazo fuerte y miles de bendiciones. Los amo...
Elsita
Elsita