viernes, 24 de octubre de 2008

¿Otra entrega de sortijas? ¡No! Una ceremonia muy especial...

Hay que ver cómo pasan los años. Parece que fue ayer, como dice la canción, que llegué al Colegio San Antonio de mi querida Isabela. Más sin embargo, han pasado casi once años. Diez años y medio para ser exacta. La misma cantidad de tiempo que ha transcurrido desde que llegué a mi segundo hogar y en él descubrí mi vocación para el magisterio. ¿Quién lo iba a decir? ¡Yo, maestra! Pues sí, maestra.

Durante esos diez años han pasado por mis manos tantos estudiantes que ya perdí la cuenta. Chicos y chicas que han dejado sus huellas y recuerdos en mi memoria y que jamás olvidadaré. Chicos y chicas ocurrentes y traviesos que con el paso del tiempo no sólo han puesto el nombre del Colegio en alto, sino que han demostrado que todo ser humano bien puede destacarse en cualquier rama, campo o disciplina siempre y cuando conserve sus valores y tenga deseo de superarse. ¡Que orgullosa me siento de todos ellos...!

Como todos lo años, a finales de primer semestre, celebramos con los más grandes, los seniors, la ceremonia de entrega de sortija de graduación. Es este el primer paso que los conducirá a la culminación de una jornada de 13 largos años juntos y recibiendo con brazos extendidos a los que se les unen en el camino. Estos chicos que en la noche de ayer recibieron su sortija, fueron mis estudiantes desde tercer grado. ¿Que si ha pasado el tiempo? A ellos les he visto crecer, cambiar, madurar -aunque a veces no lo crea-, enamorarse, triunfar y hasta llorar abrazados unos a otros en tiempos difíciles... Solidarios, medios alocados y con una personalidad colectiva que los ha destacado siempre. Anoche tuve el honor de compartir con ellos esa gran celebración. Me sentí tan contenta y emocionada como cualquiera de sus padres o madres. Fue una noche muy particular, recibieron no una sortija más, sino un símbolo de su eterna unión con el lugar que les ayudó y vio crecer.
Como siempre, las fotos hablan por sí solas. No pude colocarlos a todos, pero quiero que sepan que nunca les olvidaré. Siempre habrá un pedazo de mi corazón especialmente reservado para ustedes. Vaya un abrazo fuerte y miles de bendiciones. Los amo...
Elsita



domingo, 19 de octubre de 2008

Otro cumpleaños más...

Por tercer año consecutivo se acercaba el mes de octubre y mi hijo Robertito me recordó que para su cumpleaños quería el ya tradicional "sleepover" con "algunos" de sus amigos. Nada, "son bien pocos, unos cinco o seis", me dijo. Si claro, unos cinco o seis que probablemente se convertirían en doce o quince muchachos comiendo, jugando, gritando, riendo, disfrutando y otros ando que no debo mencionar por este medio. Tremendo maratón el que me esperaba.

No obstante, era su cumpleaños. Catorce años y había que celebrarlo en grande como siempre. Así pues, el sábado comenzaron a llegar. A eso de las 3pm, llegó Paolo. A las 5, llegó Marcos. Y así la casa se fue llenando de un gran alboroto, con zapatos tirados por doquier y también de mucha alegría. A eso de la 1:00 a.m., llegó Brian, que estaba en San Juan con su Papá, pero dijo que llegaría y así lo hizo. Las horas pasaron y el reloj avanzó más rápido de lo que yo pensé. Gracias a Ivette, mi comadre y a mi hermana Joha y mi incondicional hermano Danny, la noche pasó, los chicos disfrutaron y todo transcurrió en orden. De más está decir que no durmieron ni medio minuto, no por falta de sueño, sino por temor a las maldades que habían prometido hacerle a los que se rindieran. Yo tampoco, dormí. Fue un maratón de 24 horas, pues al último lo recogieron a las 3 p.m. de hoy domingo. Más que importa el trabajo, el desorden, el reguero si la diversión estuvo presente.

Otro cumpleaños más Robertito. Otra alegría para mí al poderte complacer. Sólo me resta pedir a Dios y a la Virgen Santísima que te sigan protegiendo como siempre lo han hecho. Que te guíen por el camino del bien, de las buenas decisiones para que seas un ciudadano de provecho para la sociedad futura que les tocará a ti y a tus compañeros vivir y dirigir. Te amo hijo querido. Eres mi razón de vivir...
Por siempre, mami gorda
Elsita

domingo, 12 de octubre de 2008

El dolor de la soledad en compañía...

La otra noche, te comenté: "Si supieras cómo duele la soledad..." A lo que sin vacilar y muy acertadamente respondiste: "Si supieras lo que es la soledad en compañía." Ciertamente, me debí haber callado la boca, pero mi dolor en aquel momento, era tan grande que no me permitió ver el dolor ajeno, tu dolor, y de inmediato riposté: "Te juro que la preferiría (la soledad en compañía), pues nunca he sentido lo que es estar acompañada..." Que egoístas somos en ocasiones los seres humanos, aún cuando decimos la verdad, pues esto último es una realidad que nunca me ha abandonado.


Es por eso que aquí, te pido disculpas, por mi dolor agoísta, por las palabras hirientes; y voy más allá de una mera disculpa. Aquí te presento y te ofrezco querido amigo, a ti, alma gemela que a penas hace unos días creo que encontré, mi solución para dar fin al dolor de mi soledad y a tu soledad en compañía...

Quiero ser para ti, aliento en la mañana, la caricia tibia que te despierte y te recuerde: "...tenemos que salir a trabajar". La que durante el día se tome unos minutos de su apretado itinerario para llamar o enviar el mensaje deseándote: "Buenos días, mi amor" en mil y un idiomas. Quiero ser la que se siente a almorazar, más no sin antes volver a llamar o escribir para decir: "Buen provecho, mi vido". La misma que al caer la tarde te espere con brazos abierto y te escuche comentar, la noticia callejera, la noticia principal, el chiste de la oficina o el mal rato que te hicieron pasar. Luego, en la noche, dejar por un momento las labores extendidas de mi profesión y arrullarte en mis brazos mientras terminas algún trabajo de la oficina, susurrándote al oido alguna canción.

Quiero ser para ti, la que comparta hombro con hombro tus penas y tus alegrías (sé que suena muy "cliché"), pero más sencillo no ha de ser. Saborear contigo, tanto el dulce del postre de "ese" restaurant en particular, como lo amargo de un asunto que de inmendiato, no pudiste solucionar.

A medida que avanzo en mi propuesta, me detengo y pienso: "Creo que estoy yendo demasiado rápido. Sí, muy rápido". Más el amor debe ser así. Pienso que no hay que dar tantas vueltas para manifestar un sentimiento que nace de lo más profundo del corazón.

Tal vez la solución propuesta no sea fácil de lograr. Tal vez requiera de algunos cambios, modificaciones o de tiempo para madurar. Más entiendo, que si nuestros caminos se han cruzado, una vez más, luego de tanto años, por alguna extraña razón será...

Una vez más pido disculpes este ciego egoísmo que a veces me ahoga en celos, dudas y llanto. Sólo quiero que sepas que daría lo que no poseo por llenar tus días de alegría. Sacar de ellos la soledad, conviertiéndome en tu compañía y de esa forma yo también poder alcanzar mi felicidad...

Por siempre...
Elsie